En el corazón de la zona colonial, esta boda transformó la arquitectura original de Portazul en un escenario tropical elegante, donde cada rincón contaba una historia de diseño y emoción para Lorena y Arturo.

 

La ceremonia fue celebrada en la Catedral Castrense de Santa Bárbara donde en el desfile de salida los novios fueron recibidos con una lluvia de pétalos en forma de mariposa lanzados por sus invitados, un momento mágico que quedará grabado en sus memorias para siempre.

 

La decoración de la recepción incluyó elementos que evocaban la esencia de la temática con detalles que reflejaban la personalidad de los novios. Los arcos de piedra bañados en luces doradas enmarcaron un salón que respiraba naturaleza. Desde el techo descendían lámparas artesanales de fibras naturales, faroles en hierro forjado y follaje colgante, creando un bosque suspendido que abrazaba el ambiente con textura y movimiento.

 

El mobiliario, en tonos claros y materiales naturales, complementó la arquitectura sin competir con ella. Las mesas redondas con acentos metálicos, combinadas con sillas estilo bistro, aportaron frescura y armonía, invitando a los invitados a disfrutar en un entorno que se sentía tan acogedor como espectacular.

 

Esta decoración no solo vistió un espacio, sino que lo convirtió en una experiencia sensorial donde la historia, el diseño y la naturaleza se encontraron para celebrar el amor de una manera auténtica y memorable.

 

Nos enorgullece haber sido parte de este día tan especial para Lorena y Arturo. ¡Gracias por permitirnos ser parte de su historia!